(…) Europa, incluyendo a España, tiene que entender que el Islam no es su enemigo, sino un componente más de la identidad moderna de Europa. Una Europa plural que acoge a una multitud de culturas, confesiones, identidades, etc. El islam ya forma parte de Europa, y la responsabilidad de su gestión cae sobre sus hombros, y si no está preparada para hacerlo puede acudir a la ayuda de terceros que han demostrado su competencia en la materia, pero siempre con las garantías que requiere este delicado asunto.
En España, viven dos millones de musulmanes, siendo la mitad de origen marroquí (muchos de ellos de nacionalidad española). Esta comunidad marroquí está sometida, adicionalmente, a las consecuencias de un pasado común entre España y Marruecos, que fue bastante turbulento en algunos episodios históricos, como por ejemplo el periodo colonial en el norte de Marruecos (1912-1956), y la participación de los marroquíes en la guerra civil española (1936-1939). Son asuntos del pasado que han dejado heridas graves en la memoria popular de las dos sociedades.
Así que independientemente de la huella dejada por los atentados terroristas del 11M (2004) y del 17A (2017), la imagen del marroquí en España siempre ha estado en mínimos y muy arraigada en la memoria de la sociedad española.
Por eso, es de suma importancia trabajar para un mayor acercamiento de las dos sociedades, utilizando el diálogo, la cultura, el arte y la ciencia. El marroquí en general no sabe mucho de España (más allá de la liga del fútbol), y los españoles de Marruecos menos todavía. Por lo tanto habría que impulsar y fortalecer las vías de conocimiento, de entendimiento y de comunicación entre nuestros pueblos.
(…) Para garantizar una sinergia entre las acciones de todos los organismos, oficiales y no oficiales, que trabajan para el acercamiento entre España y Marruecos y sus respectivas sociedades, es fundamental disponer de una plataforma de reflexión conjunta, que asegure la puesta a punto de directrices, que servirán de timón de navegación para no perder el rumbo y alcanzar ese acercamiento tan deseado. En este sentido, el “Comité Averroès”, nacido en 1996 y refundado en 2005, se componía de personalidad, de reconocido prestigio. El comité era mixto y tenía como misión proponer recomendaciones para mejorar la percepción recíproca y favorecer el diálogo, la cooperación y el conocimiento mutuo.
El “Comité Averroès” desapareció del mapa político y cultural unos años después de su segunda refundación. Sin embargo, las necesidades que dieron lugar a su creación siguen estando vivas, en espera de un nuevo relanzamiento sobre nuevas bases, y quizás la tercera sí sea la vencida.