Marruecos cuenta con un rico patrimonio cultural milenario marcado por el cruce de varias civilizaciones y con una combinación de tradiciones, hábitos y costumbres de las diferentes culturas que le ofrece un legado cultural valioso y diversificado. Cada región tiene sus propias características, enriqueciendo así la diversidad cultural marroquí.
Estado musulmán soberano, aferrado a su unidad nacional y su integridad territorial, el Reino de Marruecos está resuelto a preservar, en su plenitud y su diversidad, su identidad nacional unida e indivisible. Su unidad, forjada por la convergencia de sus componentes árabe-islámicos, amazighes y saharo-hassaníes, se ha nutrido y enriquecido de sus afluentes africanos, andaluces, hebraicos y mediterráneos.
La preeminencia acordada a la religión musulmana en este referente nacional es compatible con el apego del pueblo marroquí a los valores de apertura, de moderación, de tolerancia y de diálogo para el entendimiento mutuo entre todas las culturas y civilizaciones del mundo (Preámbulo de la Constitución de julio de 2011).
La Civilización marroquí no nace de la nada, de hecho constituye una simbiosis entre varias culturas, cuya riqueza es innegable y está marcada por una profunda reforma introducida a varios niveles, tanto en lo político, como en lo económico, cultural y social. La nueva Constitución de 2011, la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano (INDH), la Moudawana (Código de la Familia), la democratización vinculada a la promoción de los derechos humanos, las medidas adoptadas por la Comisión de Equidad y Reconciliación (IER) y la creación del Instituto Real de la Cultura Amazigh (IRCAM), han, de ese modo, arraigado legítimamente en el enfoque de dicha civilización.
Esta especificidad civilizacional, no sólo, ha fomentado una tolerancia vivida hacia numerosos nuevos llegados (andaluces, judíos, africanos, europeos … etc.), pero ha permitido, a todos los niveles, la aparición de un mosaico de culturas y de tradiciones en todas las áreas, donde precisamente la originalidad de nuestro modo de vida y casi todas nuestras artes (literatura, poesía, ciencias, arquitectura, música, danza, cine, pintura, escultura y grabado, artesanía, joyería , tapicería, bordados, cerámica, arte culinario, etc…) .
Artistas marroquíes resultan ser creadores que han influido en generaciones de artistas en el signo y el modo de dibujo. La historia de la arquitectura en diferentes ciudades del Reino sigue influyendo en la imaginación y la educación de los marroquíes.
Marruecos también tiene una gran tradición de teatro y de narración, así como una riqueza del decir poético que sigue influyendo en las obras artísticas y culturales originales y creativas, como los de la Plaza Jamaa el Fna en Marrakech, narradas diariamente.
La música en Marruecos se clasifica y se coloca como un arte específico, que se destaca por sus cantos religiosos y la música andaluza y popular.
La singularidad del imaginario y la creatividad marroquí, combinando modernidad y tradición, la fotografía, las artes plásticas y el cine también son actividades en las que los artistas y los intelectuales marroquíes exhiban.
La diversidad de las creaciones promueve el desarrollo de un patrimonio cultural propio que influye en el entorno mediterráneo, árabe-musulmán y africano. Este patrimonio no puede despojarse de un componente tan culturalmente representativo de Marruecos como es la gastronomía. Los platos marroquíes, fruto de la mezcla de las tradiciones culinarias bereberes, árabe e, incluso, andaluza, se consideran como unos de los más deliciosos del mundo. Su esencia está marcada por el cuscús, verduras, distintos tipos de carnes y la constante mezcla de dulces y salados con diversas especias. La cocina tradicional marroquí es perfumada, sin ser demasiado picante. Utiliza con frecuencia en sus platos productos como el cilantro, la canela, el pimentón, los clavos de olor o girofle, el comino, el jengibre, la nuez moscada… Todas estas especias dan color y perfuman delicadamente las recetas.
Indudablemente, el cuscús, elaborado a base de sémola de trigo es uno de los componentes que conforman la base de la cocina de Marruecos, así como el Tajín, una de las principales referencias de la gastronomía marroquí. Lleva su nombre a partir del recipiente en el que se prepara. El mismo es de barro cocido y suele estar cubierto por una tapa de forma cónica. El Tajín puede realizarse con verduras, cordero, atún o sardinas que se fusionan con ciruelas, membrillo, limón, aceitunas y otras combinaciones, siempre con una importante base de especias. El entrante por excelencia suele ser la sopa tradicional Harira elaborada a base de carne, tomates y legumbres y que debido a su alto poder nutritivo se sirve todos los días durante el mes de Ramadán siendo el plato con el que se rompe el ayuno, entre otras cosas para «templar» el cuerpo después de una larga jornada de abstinencia. Se acostumbra a acompañar de dátiles.
El té es también un elemento destacado dentro de la gastronomía, cultura y tradiciones de Marruecos. El té verde suele acompañarse con menta y dulces típicos como lo más conocido «los cuernos de gacela» (kaab el-ghzal), bizcochito almendrado y perfumado al azahar de forma de media luna.
En definitiva, la riqueza de la cultura marroquí ha firmemente consolidado los principios de cohesión social, el diálogo, la tolerancia, la justicia y la paz, y ha hecho de Marruecos un país muy involucrado en el diálogo entre las religiones y las civilizaciones.
Así, Marruecos se une y participa en todas las iniciativas que fomentan el entendimiento mutuo y la reconciliación entre culturas y pueblos a través de diferentes instrumentos y estructuras creadas para este fin, incluyendo la Fundación Anna Lindh, la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo y el prometedor proyecto de Fundación Consejo (anteriormente Comité Averroes).
Su Majestad el Rey Mohammed VI ha demostrado siempre esta voluntad y preconizado, sobre la base de un nuevo enfoque, el papel cultural de Marruecos en su entorno:
«El Estado del nuevo milenio no sólo debe contentarse de ser el alquimista del consenso nacional. Debería ser también y sobre todo, el organizador de un diálogo fructífero entre las culturas y las civilizaciones (…) »
Extracto del Discurso de Su Majestad el Rey Mohammed VI en la Universidad George Washington el 22 de junio de 2000.
Por otra parte, Marruecos se implica plenamente en los foros internacionales y regionales, especialmente, en la Organización de las Naciones Unidas, la UNESCO, la ISESCO, la ALECSO, la OCI y la Organización Internacional de la Francofonía (OIF), para el establecimiento de un nuevo orden cultural internacional basado en valores comunes de tolerancia, de respeto por los demás, del rechazo de todas las formas de extremismo y de terrorismo.